miércoles, 2 de marzo de 2011

Bien, voy a tratar de explicar y descifrar el enigma que había planteado.

La cuestión es que hay cosas que Dios no puede hacer.

Podrían ser totalmente válidos los argumentos de que Dios no puede destruirse a sí mismo, no puede dejar de existir y por tanto no puede dejar de ser El mismo, y muchos... etc.etc.etc.

Lo que creo y afirmo es que:
*Dios no puede mentir (Números 23:19, Hebreos 6:18), es imposible que Dios mienta.
*Dios no puede pecar a causa de su pureza y santidad.
*Dios no puede cambiar, pues su caracter es inmutable.
*Dios no puede negarse a sí mismo (2ª Timoteo 2:1-3).
*Dios no puede dejar de cumplir sus promesas, pues su Palabra es fiable y su caracter es fiel y verdadero.

Hay muchas cosas que Dios no puede hacer en la medida que el planteamiento (negativo:no puede) sea contrario a su caracter y a su previa voluntad determinada desde la eternidad.
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Dios es así:
¡Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que QUISO ha hecho! (Salmos 115:3)

Todo lo que Dios QUIERE, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos. (Salmos 135:6)

¿Quién puede decir que algo sucede sin que el Señor lo MANDE? ¿acaso no proceden d ela boca del Altímo los bienes y los males? (Lamentaciones 3:37-38)
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Conclusión: El no puede (porque no quiere) hacer lo que previamente, en base a su caracter no quiere hacer, pues El no podría negarse a sí mismo.

En el libro de Daniel capítulo 6, cuenta la historia de como el propio rey Darío estaba sujeto y sometido a las propias leyes de Media y Persia. Un decreto que estuviera firmado y sellado por él, no podía ser derogado ni siquiera por él mismo.

La cuestión es que Dios no es un ser caprichoso que ahora dice y luego se desdice.
Para entendernos El mismo se sujeta a su propia Palabra.
La Palabra dada por Dios es inmutable, porque Dios mismo es inmutable.
El no prometerá una cosa (aunque hay también promesas condicionales dadas a los hombres, y se pueden romper en la medida de la obediencia de los hombres) para no cumplirla.

En los tiempos actuales la palabra si no va acompañada de un documento o de unos testigos, vale muy poco, pues es palabra contra palabra.

La Palabra dada por Dios ata y condiciona, y como ha ocurrido en muchas situaciones de la historia bíblica, es Dios quien se quiere condicionar y por decirlo de algún modo "atar" a sus propias palabras y promesas.
Se "limita" en la medida que se compromete.
Es una limitación voluntaria, pues Dios no tiene límites ni nadie le puede limitar.

Uno de los argumentos que muchos personajes bíblicos expresan a Dios en sus oraciones era: ¡Señor, tú has dicho en tu Palabra...!
¡Haznos conforme a tu dicho...!

Y siempre hablando con toda reverencia,
Dios se complacía con el pueblo que reclamaba sus promesas.

Dios es libre, soberano y todo lo puede.
La limitación la ejerce El mismo.
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Cuando Cristo se encarnó, nunca dejó de ser Dios, nunca perdió su naturaleza divina (pues eso era imposible).
Pero sí se anodadó (según la traducción literal griega del N.T.). Renunció a utilizar sus propios atributos divinos, y sus obras como hombre verdadero, fueron realizadas por el poder del Espíritu Santo. Dicho de otro modo se autolimitó, voluntariamente se puso límites.

Volvemos al planteamiento inicial.
Dios no puede hacer lo que es contrario a su caracter y voluntad.
Dios se autolimita, como quiere y cuando quiere, en base a sus palabras dadas.

Dios y el rey Dario.

La gran diferencia, la abismal diferente se centra en que si bien los dos se sujetan a sus propios decretos, y en ello se verifica la conducta consecuente de ambos.
La diferencia estriba en que Dios en su presciencia (omnisicencia) no hace las cosas ni presionado por nada ni por nadie, es decir, "Que Dios no se pilla los dedos en lo que precipitadamente hubiera dicho", como si metiera la pata y luego no sabe como arreglarlo, sino que tiene trazado un propósito y una voluntad.

Dios no hace ni hará (ni puede hacer) lo que es contrario a su caracter y a su voluntad.
Dios voluntariamente se puede limitar (condicionar) a sus propias palabras, que no son más que su propia voluntad.

En principio este es el planteamiento.
Una frase "cautivadora" o "capturadora" que se utiliza en homilética para llegar a un razonamiento verdadero.

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