miércoles, 2 de marzo de 2011

El tema de la manifestación del Espíritu Santo
fué un asunto muy olvidado a través de los siglos,
era como un tema tabú o considerado por algunos como arriesgado.

Lo cierto es que Dios de hoy es el mismo que el Dios de Elías.

Sin lugar a dudas es la santidad, la ausencia de pecado,
juntamente con la fe y la obediencia lo que desata el poder de Dios
como resultado a su propia Palabra y promesas.

El pecado es y ha sido siempre el principal obstáculo para allegarse a Dios,
aún así Dios busca a pecadores no a justos (que se justifican a sí mismos).

El pecado, mientras estemos en este cuerpo mortal,
es una lucha que debemos lidiar día a día,
pues erramos (pecamos),
ya no solo si hacemos algo mal
sino muchas veces si dejamos de hacer el bien que deberíamos.

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Respecto a los mediadores entre los hombres y Dios,
yo creo que solo Cristo es sumo sacerdote,
y cada creyente es un sacerdote (sea hombre o mujer),
en el sentido de que puede allegarse a Dios en cualquier momento.

Otra cosa diferente son los ministerios (llamémosle oficios, aunque no es la palabra más adecuada tal vez),
y es la función que cada cual tiene establecida en una congregación
en base al don que ha recibido en base a su llamamiento por parte de Dios.
Unos son maestros, otros guías de la grey, etc.
hay capítulos enteros en las epístolas que establecen claramente dichas funciones
y dan una clara explicación del por qué,
en diferencia al pacto mosaico,
que se empleaba antes del establecimiento de la iglesia de Cristo.


Esta es una diferencia sustancial (el sistema de la iglesia) con la iglesia católica romana.
Es algo que ya hemos hablado en otras ocasiones,
y cualquier católico presente tiene turno de palabra
para argumentar y dar sus razones del por qué
la fórmula/rito que se emplea en la actualidad.

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