Estoy de acuerdo que cuando se quiere prescindir de Dios,
se llega a una alta cuota de miseria.
Ni el conocimiento (cultura) en sí,
ni la alta tecnología,
ni los avances en la técnica,
han hecho posible que nuestro mundo sea más justo y equitativo.
El disponer de más recursos
y mejores medios para alcanzarlos,
sea en la agricultura como en la medicina,
no ha variado la condición humana,
y me atrevo a decir que en cierto modo la ha empeorado.
Por tanto vindico la importancia de la verdadera armonía
que estriba en el encuentro de Dios con sus criaturas.
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