miércoles, 2 de marzo de 2011

Por supuesto el amor es o debería ser lo que inspirara cada uno de nuestros actos.
Amarnos y respetarnos a nosotros mismos.
Y amar a los demás, desearles lo mejor,
y en la medida de lo posible darles lo mejor.
Si no nos respetamos y queremos a nosotros mismos, dudo que sepamos amar a los demás.

El dolor y el sufrimiento creo que forma parte inherente de nuestras vidas.
Tal vez la separación que produce la muerte (y el dolor que produce) es una muestra a veces inesperada, pero real y vital de nuestra existencia.

El hecho de que yo creo que el dolor es inevitable en la vida (y que a través de él podemos aprender muchísimo), no por ello digo ni creo que tengamos en ninguna manera que recrearnos en el dolor, en el sufrimiento, en la fatalidad.

Nuestra misión es intentar ser felices y hacer felices a los que nos rodean, sobretodo a nuestros allegados, a nuestros seres queridos.
El dolor y el sufrimiento despiertan en nosotros o deberían despertar en nosotros una mayor ansia y ganas de vivir, de superar, de crecer (en conocimiento y en amor).

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