miércoles, 2 de marzo de 2011

Al menos que sea en circunstancias excepcionales o extrañas,
en la boda si se llora es de alegría, de emoción, de compartir la alegría e ilusión de los novios.

Al menos que el padre o la madre sientan un afecto celoso obsesivo hacia el hijo o hija,
de tal manera que vean que la/le arrebatan de un cariño o vínculo.

En los entierros se llora la ausencia,
a veces son momentos de schok,
y más si se ha tratado de una muerte precipitada o accidental.

En algunos casos, y más cuando la persona fallecida tiene avanzada edad y ha estado sufriendo una larga y dolorosa enfermedad,  es entonces que se puede sentir un poco de alivio.

Y como en la vida ocurren todo tipo de historias,
seguro que habrán hijos que habrán estado esperando ese momento
frotándose las manos esperando la herencia.

Todo tiene su tiempo.
Y es bueno intentar estar en todo momento a la altura de las circunstancias.

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