miércoles, 2 de marzo de 2011

No estoy plenamente de acuerdo de que en base a la miseria en circunstancias pasadas
se veía la muerte como una continuidad de la vida,
tal vez la gente era más condescendiente consigo misma y no tenía más abrigo que la resignación.

En las comunidades gi-tanas, donde su estatus social económico siempre ha sido medio-bajo,
y seguramente por su propia cultura de arraigo familiar,  sientes y expresan la pérdida de un ser querido con un gran sentimiento.


Sé de personas (estoy pensando en tres conocidas) con un gran poder adquisitivo durante toda su vida y que han muerto,
en sus últimos momentos se han agarrado a la vida como si les hubiera traicionado,
no han querido aceptar ni la enfermedad, ni la vejez, ni la muerte.

El factor sufrimiento,
no el que nos infringimos voluntariamente o el que ocasionamos a los demás,
sino el que trae la propia vida,
es tal vez el mejor analgésico para tomar consciente de lo que es la vida.

Ya otro tema,
de la muerte siempre hay personas que sacan partido o negocio,
sean las funerarias,
sean los familiares que cobran cuantiosas pólizas millonarias,
sean por indenizaciones por accidentes,
sean por cierta morbosidad en contar historias,
sean por desenterrar monias milenarias, etc.

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